El turismo es uno de los principales motores económicos de la República Dominicana, pero su crecimiento no siempre ha ido de la mano con el desarrollo local. A pesar del éxito en la captación de visitantes, persisten serias deficiencias en áreas clave que afectan tanto la experiencia del turista como el bienestar de los dominicanos que trabajan en este sector. La falta de coherencia entre el turismo y el desarrollo local es evidente en aspectos fundamentales como la educación, la seguridad vial y la infraestructura de transporte.
Uno de los problemas más evidentes es la falta de educación de calidad y especializada en el sector turístico. Desde los choferes que transportan a los visitantes hasta los empleados de los hoteles, muchos carecen de la capacitación adecuada para ofrecer un servicio de excelencia. Si bien el país cuenta con escuelas de formación técnica y universidades con programas en turismo, la accesibilidad a estos estudios y su aplicación práctica en el mercado laboral sigue siendo un desafío. La profesionalización del sector es crucial para mejorar la calidad del servicio y hacer que la experiencia turística sea realmente satisfactoria.
Otro aspecto crítico es la falta de seguridad vial, un problema que no solo afecta a los ciudadanos, sino que también impacta directamente en los turistas. Las carreteras que conducen a los destinos turísticos no cuentan con señalización adecuada, y el cumplimiento de las normas de tránsito es deficiente. Esto genera un ambiente caótico e inseguro para quienes visitan el país y recorren sus principales atractivos. La ausencia de controles efectivos y la falta de educación vial contribuyen a una percepción negativa de la República Dominicana como destino seguro.
Además, la falta de una infraestructura de transporte eficiente es otro gran obstáculo. A diferencia de otros países con economías turísticas sólidas, República Dominicana no cuenta con un sistema de autobuses expresos de bajo costo que opere las 24 horas desde el centro de la ciudad hasta el aeropuerto. Esta deficiencia obliga a los turistas a depender de opciones costosas y poco reguladas, lo que genera incomodidad y expone a los viajeros a riesgos innecesarios. Un servicio de transporte público confiable y asequible beneficiaría no solo a los turistas, sino también a los propios dominicanos que se desplazan hacia los aeropuertos y zonas turísticas.
El trayecto desde el aeropuerto hasta la capital es otra prueba de la falta de planificación y coherencia en el desarrollo turístico. El mal estado de las calles, la falta de aceras y la ausencia de espacios públicos adecuados transmiten una imagen descuidada y poco acogedora a quienes llegan por primera vez al país. En lugar de reflejar el potencial y la belleza de la República Dominicana, este recorrido inicial deja una impresión de abandono e improvisación.
Si realmente queremos un crecimiento sano y sostenible del sector turístico, debemos trabajar en resolver estos problemas estructurales. No se trata solo de alcanzar la meta de 10 millones de turistas, sino de garantizar que su experiencia sea segura, placentera y refleje el verdadero potencial del país. La coherencia entre el turismo y el desarrollo local no es una opción, sino una necesidad para asegurar un futuro próspero y equilibrado para todos.